diumenge, 18 d’agost del 2013

El PP de Rajoy o una asociación ilícita para delinquir

Enric Sopena

Nos gobierna una pandilla de 'reyes del mambo' que se pasan la legalidad democrática por el arco de triunfo

El 72% de los ciudadanos piensa que Rajoy no dijo la verdad el día 1 de agosto durante su comparecencia parlamentaria. El 60% opina que debería dimitir. Las encuestas de El Mundo confirman que en cualquier momento la situación puede estallarle definitivamente en las manos al actual presidente del Gobierno. Mientras don Mariano se va hundiendo en el inmenso charco de sus propias trampas, Luis Bárcenas, el poderoso tesorero infiel, continúa disparando a la cabeza de su examigo y, en cierto modo, protector. O su chantajista, da lo mismo.
Arrepentimiento, demasiado tarde
Su frasecita de “me equivoqué al mantener la confianza en quien no la merece” no convenció a casi nadie. Llegó su arrepentimiento demasiado tarde y evidentemente mal. Los sucesos en torno a Bárcenas, desde que fue imputado por su relación con la trama gürtel, hace ya cuatro años, son infumables. La gestión de Rajoy en el ámbito de su partido ha sido un desastre. Y en medio de tantos avatares, no se le ha ocurrido a Rajoy y a su mayordomo Margallo más que abrir el frente de Gibraltar y el del Reino Unido.
Gajos o provechos
La realidad, Sr. Rajoy, es muy terca. ¿Por qué la cúpula del PP le pagaba a Bárcenas un sueldazo multimillonario además de recompensarle con no pocos e importantes privilegios? Las regalías son descritas por el Diccionario de la Lengua Española del siguiente modo: “Gajes o provechos que además de su sueldo perciben los empleados de algunas oficinas”. En Génova 13, los “gajes o provechos” eran habituales. Se beneficiaban de todo ello los dirigentes del Partido Popular. Entre ellos, sobresalía quien tenía la sartén por el mango en el día a día. Se apellida Bárcenas y ejercía de tesorero.
El asiduo viajante a Suiza
“No estaba en el partido”, puntualizó Rajoy ante los diputados refiriéndose a Bárcenas. Pero, fuera ya del partido, este asiduo viajante a Suiza, “percibía 14 pagas de 18.297 euros con sus correspondientes retenciones legales” y gozaba de agradables y costosos chollos. Habiendo trabajado más de veinte años para el PP y habiendo dispuesto de relevantes regalías, no deja de ser llamativo que ninguno de los altos jefes de la derecha, como Aznar o Rajoy, por ejemplo, no tuviera lógicas sospechas acerca del tesorero.
Pandilla de paranoicos
Nos gobierna, desde hace dos años mal contados, una pandilla de paranoicos obsesionados que se creen los reyes del mambo, que se pasan por el arco de triunfo la legalidad democrática y que intentan convertir este país en un refugio para ladrones de cuello blanco. O sea, y con otras palabras, en una denominada asociación ilícita para delinquir. Claro que muchos militantes, simpatizantes y votantes del PP son gente honrada. Algunos dirigentes también lo son. Pero tanto Rajoy como Aznar han dejado hacer, como se demuestra en el caso de los sobresueldos. No ha habido una decisión interna e intensa de combatir a los corruptos o corruptas. Esta historia viene de lejos.
Un alcalde corrupto de Burgos
No olvidemos los pactos de Aznar con un alcalde de Burgos José María Peña, que fue sentenciado como corrupto por el Supremo para poder ser él el presidente de Castilla-León. Ni olvidemos la descarada actuación de Carlos Fabra, que toda España conoce, incluida su locura de tener un aeropuerto sin aviones en Castellón, que costó lo que no está escrito. No olvidemos a los corruptos de Alicante y a los de Valencia con un presidente como Camps [y el de ahora, Alberto Frabra, apunta ya maneras] que era el amante político del número 2 de la trama Gürtel. “Te quiero un huevo”, se decían por teléfono. Y así estamos. En manos de inútiles y de sinvergüenzas.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM