divendres, 20 d’octubre del 2017

Sánchez, carcelero de los Jordis

FERNANDO LÓPEZ AGUDÍN

Es toda una novedad histórica ver a un secretario general del PSOE como uno de los carceleros, el otro es Rajoy, de los dos Jordis ingresados en prisión a petición de la Fiscalía, dependiente del reprobado Fiscal General Maza, nombrado por la Moncloa. En las mismas vísperas de la entrada en vigor del artículo 155 de la Constitución, suspendiendo la Generalitat, Sánchez avala el encarcelamiento de los dos líderes sociales catalanes acusados, nada más y nada menos, que de sedición. Nunca, en toda la más que centenaria historia del socialismo español, los socialistas habían justificado las habituales cuerdas de presos ordenadas por Maura, Primo de Rivera, Gil Robles y Franco contra los dirigentes democráticos, legales e ilegales, con independencia de sus posturas políticas. Era una cuestión de principios, hoy pisoteados por Sánchez.
Los cuentos leguleyos esgrimidos para empapelar a los Jordis no sustentan las cuentas penales demandadas por la Fiscalía. Aún en el supuesto de que fuesen probados los cargos ¿ era necesario recurrir al delito de sedición para calificarlos ? ¿ No existe, por ejemplo, el delito de desorden público ? Ni siquiera el Tribunal de Orden Público del general Francisco Franco se atrevió ayer a llegar tan lejos con la entidad Omniun como ha llegado hoy la Audiencia Nacional del registrador de la propiedad Rajoy. Se trata de castigarles, se trata de intimidar a las inminentes movilizaciones democráticas  contra la aplicación del 155. En cualquier caso, nada que tenga que ver con el imperio de la ley. Causa hoy cierta vergüenza ajena ver como los excelentes juristas ubicados en los alrededores de Ferraz hacen mutis por el foro.
Con excepción del PSC, crítico con los represores del PP, todo el PSOE guarda silencio, cuando no aplaude a dos manos como el socialismo andaluz. Iceta y los alcaldes socialistas catalanes, sin embargo, no vacilan en denunciar la represión que sufren los Jordis– Sánchez y Cuixart–por ejercer derechos constitucionales como los de reunión, manifestación y opinión. Es una denuncia muy valiente por cuanto, implícitamente, ponen en cuestión a sus compañeros de Ferraz, cómplices de esta desproporcionada medida impuesta por la Moncloa. En lugar de sumarse a la arbitrariedad de Rajoy, como se suma Sánchez, le restan un apoyo sustancial en Cataluña, como la resta Iceta. Así el Partido Popular se encuentra ahora tan aislado en Cataluña, por decisión del PSC, como mal acompañado en España, por decisión del PSOE.
La perplejidad aumenta bastante, cuando el carcelero Pedro Sánchez combina la complicidad carcelera con la rectificación de la propuesta de reprobación de la comandante en jefe de la salvajada de Barcelona, habida el 1 de octubre. Es mucho más grave, por lo visto, una manifestación pacífica y cívica, que la brutal carga policial que causó centenares de heridos. Mientras los dos primeros son acusados de sediciosos, la segunda se va de rositas porque ni siquiera puede ser reprobada. No vaya a ser que se hiera la exquisita sensibilidad de doña Soraya Sáenz de Santamaría, que no vaciló en lanzar al coronel Pérez Cobos contra los colegios electorales catalanes. El balance político de esta doble medida no puede ser más revelador. La ley del embudo es manifiesta. Ancha para los que cargan, estrecha para los cargados.
Que la derecha encarcele a demócratas está en su ADN. Sea civilizada o silvestre, extrema o centrista, es una práctica habitual de toda la derecha española. Todas sus máscaras, sus finuras y sutilezas caen, cuando lo consideran necesario. La historia lo indica meridianamente. Pierre Vilar señala que, desde 1814 a 1890, Cataluña estuvo  86 años bajo estados de excepción. De 1923 a 1977, padeció junto con España 44 años de dictadura. De 1931 a 1936, todo un bienio negro encabezado por el Jefe, como llamaban a Gil Robles, con las cárceles rebosantes de presos. Así y todo, descalificaban y descalifican como radicales  a quienes se oponían y se oponen a este autoritarismo. Rajoy, por lo tanto, no puede ser más coherente e inteligente. Se ha buscado un cabo de varas, Sánchez, que le ayude como carcelero.
Los Jordis no son más que el aperitivo de la cuerda de presos políticos que se avecina con la entrada en vigor del 155. Suspender las instituciones democráticas en Cataluña, porque niegan esa España centralista sumamente rentable para las élites corruptas madrileñas, nunca será un problema para la derecha; sí lo es y va a serlo mucho más para aquellas fuerzas que se reclaman de izquierdas como es el caso del PSOE. Hoy van de funcionarios de prisiones, mañana irán de delegados gubernativos de la Moncloa en Cataluña. El vistoso tricornio de Soraya Sáenz de Santamaría, combinado con la rosa marchita de Pedro Sánchez, es  el uniforme de moda en la pasarela represiva de Barcelona. Curioso destino el del PSOE con los catalanes. González los corrompió con Pujol,  Zapatero los engañó con el Estatut y Sánchez conduce el furgón de Rajoy que los lleva a Soto del Real.
Sea cual sea el desenlace de esta triste complicidad, la del PSOE con el PP, la derecha no pierde nada. Tiene todo por ganar en este desafío catalán. Si logra doblegar el pulso de la sociedad catalana, gana como muy bien lo señalan todas las encuestas. Si lo pierde, también, porque ahí está el artículo 116, estado de sitio, o si fuese necesario el artículo 8,  la función de las FFAA encabezadas por Felipe VI perfectamente alineado con Rajoy. En cada uno de estos supuestos, el PP gana y el PSOE pierde. Es lo que suele ocurrir a quienes descubren una tardía vocación represora acompañando a quienes, desde la cuna, están habituados a colocar las esposas a todos aquellos que se toman demasiado en serio el ejercicio de los derechos democráticos.La derecha ha vuelto a ser la que era, ¿ dejó de serlo alguna vez ?, porque la izquierda es tan cómplice de la represión, PSOE, como impotente, Ni Unidos Podemos.