divendres, 5 de gener del 2018

Salarios de hambre, pensiones en el aire

Si alguien piensa que su hijo debe asumir que gana menos de lo que ganó él, porque… así es la vida, debe recordar que el dinero de su pensión saldrá de ese raquítico salario

EMILIO DE LA PEÑA

No hace muchos días escuché en la radio un titular que advertía de los riesgos de nuestro sistema de pensiones por el envejecimiento de la población. Lo decía el último informe de la OCDE. Se refería a las dificultades que se atisbaban para el año 2050. Está bien divisar el horizonte lejano, aun a riesgo de apreciarlo de forma confusa y casi siempre equívoca. Pero desde luego es más realista observar lo que tenemos delante. Ahí no hay predicción posible, son hechos ciertos.

Desde que Rajoy llegó al Gobierno, no ha pasado un año sin que lo que ingresa la Seguridad Social haya sido insuficiente para pagar las pensiones. Es la primera vez que esto ocurre de manera continuada. El 83% de lo que ingresa la Seguridad Social proviene de las cotizaciones por los salarios. Y ahora estas cotizaciones no dan para el pago de las pensiones. Cabría pensar que esto se debe a la combinación de dos cosas: Cada vez hay más pensionistas y la crisis provocó que hubiera menos trabajadores cotizando a la Seguridad Social. Es, digamos, la explicación oficial, por llamarla de alguna manera, aunque la realidad es que desde los discursos oficiales nada de esto se dice. Se repite tan sólo el mantra de que se crea más empleo que nunca, por lo que la recuperación es un hecho.

Pero hay cosas que no cuadran. Por ejemplo, en 2010, el año en que se inauguraron los recortes y reducciones salariales, el número de afiliados a la Seguridad Social era muy semejante al del año pasado: cotizaban 17.660.000 personas frente a los 17.600.000 en 2016. Sin embargo, el año pasado, ya acabada la crisis, según el Gobierno, con un claro crecimiento, la Seguridad Social recaudó 1.400 millones de euros menos que siete años antes. La explicación es bastante obvia: los salarios han bajado, las personas que son contratadas ahora reciben sueldos claramente menores, y por tanto cotizan menos a la Seguridad Social para pagar las pensiones.

Más evidencias: Acudimos a los datos de la Seguridad Social y nos fijamos en lo que aportan las cotizaciones de los trabajadores del llamado Régimen General. Son la gran mayoría, en torno al 80% de los afiliados. Por término medio, en los 10 primeros meses de 2017, cada asalariado aportó 4.553 euros a la Seguridad Social. En el periodo equivalente de 2010, la aportación media por afiliado había sido mayor: de 4.628 euros, por tanto 75 euros más. Pero, el dinero no representa lo mismo ahora que entonces, porque sube el coste de la vida. Si calculamos los euros en el valor actual, la diferencia es mucho mayor: en 2010 lo que aportó cada salario fue 150 euros más que ahora. En 2017 esa recaudación por afiliado ha descendido un 3,2 por ciento. Lógico, porque los salarios son más bajos.

Esto no ha ocurrido en un año. Desde 2009 la aportación media de los afiliados a la seguridad social ha ido descendiendo, en euros de 2016, hasta llegar a ser 544 euros menos por persona, lo que supone una caída superior al 8%.

A la bajada de los salarios se añade otra cosa que resta recaudación. Ahora son más los parados que no cobran el seguro de desempleo y por tanto el Estado no cotiza por ellos a la Seguridad Social. En 2009, el 75% de los parados inscritos en las oficinas de empleo recibían una prestación. En 2017 sólo el 55% de los desempleados recibe tal ayuda. Y el dinero que cobra cada parado, incluida su cotización a la Seguridad Social, es además menor en 2017: 807 euros al mes, mientras que en 2009 llegaba a los 994 euros mensuales.

No han sido sólo los años malos. La bajada de recaudación por afiliado ha continuado los años que el Gobierno considera ya buenos y con la crisis superada. ¿Está superada una crisis cuando los que trabajan no ganan lo suficiente para pagar como es debido las pensiones de los que ya no trabajan?

Esa escasez recaudatoria persiste y puede prolongarse a largo plazo. La bajada de los salarios no es un fenómeno de poco tiempo, incluso aunque en los convenios colectivos se proceda a partir de ahora a incrementar los sueldos algo más. Lo más grave de los bajos salarios no es el recorte que han sufrido los que ya trabajaban cuando llegó la crisis, con ser esto negativo y empobrecedor. Lo peor ha sido y sigue siendo la sustitución de puestos de trabajo con sueldos aceptables por otros con salarios notablemente menores. Estos todavía son minoritarios, les toca sobre todo a los jóvenes que acceden a su primer empleo, pero con el paso del tiempo aumentarán. Por ejemplo, gran parte de los trabajadores que se jubilan o prejubilan con sueldos buenos son relevados por otros con un salario mucho más bajo. Es una rueda de sustitución continua que no para. Se da así el fenómeno perverso de que el nuevo contratado con salario mísero no puede con su cotización aportar suficiente para pagar la pensión del trabajador al que sustituyó. Si alguien piensa que su hijo debe asumir que gana menos de lo que ganó él, porque… así es la vida, debe recordar que el dinero de su pensión saldrá de ese raquítico salario.

El Gobierno lo sabe, ¡cómo no! La primera solución que encontró fue pulirse el dinero que había en el Fondo de Reserva, en la hucha de la pensiones. Dinero ahorrado con lo que sobraba de las cotizaciones en los años anteriores. En total, casi 53.000 millones de euros, que se aportaron incluso en 2008 y 2010, cuando arreciaba la crisis y el PP consideraba la situación insostenible. A ello había que sumar los intereses que ese dinero generaba y que alcanzaban, cuando llegó Rajoy al Gobierno, los 14.000 millones de euros. En total 67.000 millones de euros es lo que se encontró Rajoy en la hucha. Sacó de ella en los años de recesión, cuando se destruía empleo, y la recaudación de la Seguridad Social cayó al mínimo, en 2012 y 2013. Podía parecer razonable: para eso estaba la hucha. Pero en 2014 volvió a crecer la economía y mucho más en 2015 y 2016. Aumentaba el empleo y no había razón para sacar más dinero. Si las cosas iban bien, ¿por qué se seguía recaudando poco? La explicación es la política de bajos salarios implantada por el PP. Al comenzar este año quedaban 15.000 millones y ni con eso ha bastado para pagar todas las pensiones. Tanto es así que el Gobierno ha puesto otros 10.000 millones del Presupuesto del Estado.

La otra solución es la de siempre: recortar. Ya se hizo con la última reforma de las pensiones. El argumento empleado es el que refleja también la OCDE: el envejecimiento de la población hace insostenible el sistema. Es el mirar a largo plazo y predecir mientras se oculta lo que la realidad, no la previsión, ha dejado patente: el envejecimiento de la población no se ha producido de la noche a la mañana y sin embargo la insuficiencia para pagar las pensiones sí. La recaudación de la Seguridad Social por cotizaciones sociales fue en 2016 un 4% más baja que en 2008, mientras que la renta total de los españoles fue prácticamente la misma. Eso sí, la renta ha estado peor repartida. Mientras que la de los salarios ha caído un 5%, el beneficio empresarial ha subido algo más de uno por ciento.

Para pagar pensiones dignas es necesario que trabaje más gente, reducir drásticamente el desempleo y salarios dignos. O lo que es lo mismo, un reparto más equitativo de la riqueza generada cada año.